Que rápido pasa el tiempo. Ya van más de dos meses desde aquella noche en que Chile fue remecido por un terremoto de magnitud 8,8 en la escala de Richter.
La madre naturaleza demostró lo vulnerable que era nuestro sistema de emergencias frente a situaciones extremas como ésta. La comunicación del gobierno fue totalmente deficiente, al parecer, porque las autoridades dependían de un celular común y corriente, y obviamente las redes colapsaron, lo que generó un apagón telefónico (entre otros apagones…).
Desde entonces, hemos visto muchas cosas más; saqueos por parte de la población, autoridades que dudaron enviar ayuda militar por un problema político-comunicacional, que no avisaron de un tsunami, gente que emprende acciones legales por lo anterior, o una empresa constructora que irónicamente decide demandar a los habitantes de una comunidad que están quejándose porque dicha empresa no le responde por los daños.
También es insólito observar personas que se aprovechan de situaciones como un terremoto para robar electrodomésticos que poco tenían que ver con una necesidad de supervivencia, o de inmobiliarias que por años han vendido edificios y casas de dudosa calidad simplemente porque prefirieron ahorrar plata y pensaron que una catástrofe como esta era improbable en uno de los países más sísmico del mundo.
Pero bueno, vivimos en sociedad y cosas como estas eran esperables, al fin y al cabo, existen todo tipo de personas. Por eso mismo, hay cosas positivas de las cuales no debemos olvidarnos, porque de todo lo que nos pueda ocurrir, también debemos pensar en lo positivo.
La meta de la Teletón fue superada con creces, algo que dejó en evidencia la solidaridad que caracteriza a gran parte de Chile. Por el momento, las autoridades nuevas se han mostrado más activas. Ya lograron que todos los niños afectados estén en clases, algo digno de mencionar.
También debemos destacar el coraje de muchos compatriotas, que pese a la tragedia que están sufriendo, no abandonan la esperanza y no dejan de trabajar arduamente para recuperar una vida normal.
Más allá de lo bueno o malo, es importante darnos cuenta que estamos en una etapa de reconstrucción, ciclo que debemos utilizar no sólo para construir lo que ya teníamos, sino que también para formar cosas mejores, que hagan que evolucionemos como sociedad y país.
No podemos permitir que existan empresas irresponsables que no sean sancionadas por construir viviendas de mala calidad, que algunas personas puedan robar con total tranquilidad, o que la población no sepa que frente a un sismo como el que hubo, deben correr –independiente de lo que diga la autoridad- hacia un cerro si están cerca del mar.
Tampoco podemos pasar por alto a personas que si bien, no son delincuentes, aprovecharon el caos para sustraer diversos productos de tiendas comerciales con la excusa que no sabían lo que estaban haciendo, “que sólo seguían a la masa”.
Independiente del tema psicológico que acompaña este tema, es inexcusable esa actitud. Pareciera ser que el “prejuicio” que algunos países europeos tienen con respecto a la naturaleza de los chilenos y los robos que ésta conlleva intrínsecamente, no está tan alejado de la realidad.
Son este tipo de situaciones difíciles, las que finalmente nos permiten mejorar como seres humanos, sólo si estamos dispuestos a eso.
Ojala logremos tener un mejor país, el tiempo lo dirá…
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