Friday, September 10, 2010

"Y sabrás cómo quieren en Chile..."

En 1942, Chito Faró compuso un vals llamado “Si vas para Chile”. Para muchos, es odioso, añejo, molesto y hasta cursi, sin embargo, y pese a tantos sentimientos que años de escucharla nos generan, desde que se creó ha sido un himno representativo de la añoranza de nuestro país para quienes lo llevan en la memoria y se encuentran lejos de él.

Para los más críticos, la frase “verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero” es un cliché absoluto, pero para quienes lo han vivido en carne propia representa una cursilería amorosa, un gesto de aquellos extraños con los que compartieron experiencias breves, y sobre todo, los lazos que formaron en un lugar tan alejado de sus vidas, su cultura y amores.

La Universidad del Pacífico es nicho de este intercambio cultural. Anualmente recibe a un promedio de 100 estudiantes que abandonan sus casas de estudio y familias, con la esperanza de ampliar sus horizontes.

El proceso puede parecer engorroso, pero no lo es. Por el contrario, descubrimos que la llegada al país que te recibe es bastante amigable. Desde antes de que tomes el avión, la coordinadora de relaciones internacionales, Patricia Abrigo, ya se convierte en una especie de madrina. Se encarga de visitar las residencias que podrían gustarte, o las familias que podrían recibirte con las cuales podrías simpatizar.

Lo principal es venir con un seguro médico, porque, seamos sinceros, cualquiera que esté lejos de los ojos de su país, lo toma como unas pequeñas vacaciones, y ¿quién no quiere un poco de locura durante ese período?

Patricia, la llamada “madrina” de los estudiantes de intercambio se encarga de preparar la llegada de los visitantes, pero su misión no se queda detrás de su escritorio, y Damaris Zúñiga, estudiante mexicana, es el mejor ejemplo.

Dama, como le llaman todos quienes la conocen, caminaba por avenida Pedro de Valdivia con Providencia, cuando un vehículo motorizado arremetió con ella con furia. En otras palabras, la atropelló una moto. Resultado: un sin número de exáménes y 16 puntos en la frente. Patricia, coordinadora, acudió a la clínica, y se sorprendió con lo estratoférico de la suma de la cuenta. Como ven, el seguro médico sirve, y mucho.


“Está bien loca la gente de Chile, pero no cambiaría mi estadía aquí por nada. Dejé buenos amigos, y me llevé una cicatriz de diez centímetros que no opaca la experiencia que me entregó Santiago, pero cuando vuelva a mi país, tendré que relajarme un poco, Santiago vive muy rápido”

No teman, casos extremos como éste son pocos. Soila Rabaioli llegó en 2009 proveniente de Jaborá, Brasil para estar dos semestres de intercambio. Actualmente estudia comunicaciones en la Universidad UNOESC.


Una vez en nuestra universidad, Soila tomó ramos de publicidad y periodismo.
“Fue una experiencia fantástica. Imagínate que cuando llegué, no hablaba nada de español. Con el tiempo y luego de escuchar varias clases, empecé a entender de a poco. “Debo decir que mis profesores y alumnos fueron muy pacientes conmigo, aunque cuando hablaba, escuchaba más de una risa”.

Soila arrendó junto a una amiga un departamento en Providencia. Comenta que sus salidas nocturnas fueron restringidas porque no es de su agrado la bohemia. Uno de los recuerdos más positivos que atesora en su memoria es una salida que hizo junto a sus compañeros de publicidad a Algarrobo. “Fue emocionante, quizá no por el lugar en sí, sino que por lo que aprendí de mis compañeros. Además en lo académico me siento con más experiencia que mis compañeros. Aprendí un idioma, me acerqué a una cultura distinta, y obtuve conocimientos de la televisión chilena”.

Alejandra Corvalán, estudiante de periodismo de la Universidad del Pacífico, conoce muy bien el proceso que deben atravesar los alumnos interesados en cursar semestres en el extranjero, ya que ha experimentado ambas caras de la moneda.

El año 2008, tomó sus maletas y decidió irse por un año de intercambio a una universidad de Texas, en Estados Unidos. Experiencia que ella califica como única porque tuvo la posibilidad de conocer otra cultura, y otro idioma, en profundidad.

Y tal fue su amor, por la experiencia vivida, que en la actualidad se desempeña como parte de un nuevo programa impulsado por la universidad, que busca integrar a los extranjeros de intercambio en nuestro país con nuestra cultura, y orientarlos en todo lo que ellos puedan requerir. “Es básicamente, un rol de apadrinamiento. En donde los estudiantes de una determinada carrera tienen a su cargo alumnos del extranjero, pero de la misma carrera. Ahora estoy a cargo de dos extranjeras, Marci Rogers de Estados Unidos, y Elena Gómez de España”, afirma entusiasmada.

Entre sus responsabilidades se encuentra la de ayudarlos con el idioma, recibirlos al llegar a nuestro país, y ayudarlos con las materias. Algo así como anfitriona, guía espiritual y maestra. Frente a la interrogante, de cómo nació la oportunidad de convertirse en una guía de alumnos extranjeros: “Siempre quise hacer un reportaje sobre intercambio y entre conversas, Patricia, la Coordinadora de Intercambio me propuso esta idea de los “Buddies”, que está recién aplicándose este año. Me mandaron los correos para inscribirme, y me inscribí”.

He aquí la evidencia. Sólo se requiere valor. Valor para armar las maletas con lo necesario, entregarse y dejarse querer. Hasta ahora nada ha pasado que no valga la pena, y si no valió la pena, es porque se equivocó de universidad, y no fue a la del Pacífico.